Un individuo es una institución
En el siglo en el que vivimos cada persona traída al mundo debe ser capaz de manejar con maestría tal diversidad de facetas y áreas que no es de extrañar la proliferación de crisis nerviosas y transtornos mentales en las últimas décadas (Presente y futuro de las enfermedades mentales más prevalentes).
Ningún ser humano parte del tejido colectivo podrá descuidar su vida familiar y sentimental, deberá mantener y cultivar lazos fuertes y sanos con sus más allegados.
Por otro lado, es necesario que gestione con eficacia y laboriosidad su faceta profesional, tanto los requisitos técnicos y prácticos como el encaje fino de la política de moquetas y el ecosistema pseudojerárquico de relaciones públicas en las instituciones. También le será requerido un constante reciclaje de su formación y su conocimiento en un entorno cada vez más volatil e incierto.
Asimismo, tendrá que ser un excelente administrador del hogar y de todas las tareas que se generan en torno a él. Solventará con diligencia todas los requisitos burocráticos y las pequeñas cuitas más desagradables y desmoralizadoras del día a día.
Adicionalmente, deberá mantener una vida social activa, lo que conlleva multitud de eventos y celebraciones. A veces con situaciones placentares y estimulantes, otras con el padecimiento de ligeras penalidades y ciertos sentimientos de desasosiego y pérdida de tiempo.
Es también necesario que se preocupe, administre y proteja sus propiedades y su patrimonio. Con suerte y dificultad lo mantendrá y hará crecer.
Además, la arquitectura psicobiológica que soporta todo lo anterior se basa en el cultivo de uno mismo, el cuidado constante y mimoso del cuerpo: el ejercicio, el ayuno, una alimentación saludable y cierto saneamiento y desahogo mental.
Por si todo lo anterior además fuera poco, las recompensas espirituales y emocionales son cada vez más exiguas, las materiales discutiblemente también. Si bien, las oportunidades de evasión, entretenimiento, drogas y ocio, cada vez son más sofisticadas y prometedoras.
(Y hasta aquí lo que parece el If de Kipling)
Los dos pilares de la libertad
El auge de la temática “libertad financiera” o las neurosis colectivas alrededor de fenómenos como la Lotería o la jubilación, no dejan de ser reflejo de una necesidad imperante de dos factores esenciales: Tiempo y Distancia.
Tiempo para dedicarlo a asuntos que creemos que realmente nos vigorizan (No siempre es así, hay gente que necesarimente necesita un trabajo, como un chacal una presa o como una abeja una colmena) y una agradable distancia con el resto de la sociedad y del ruido frenético y ansioso del tercer milenio. A este respecto, la mayoría del lujo no deja de tener un doble filo social: por un lado, el instinto gregario del estatus, por otro, la diferenciación y el alejarse de “la masa”.
La Promesa
En vista de lo anterior nadie podrá negar que el ecosistema en el que nos desarrollamos tenga en mayor o menor medida un cariz asfixiante. Esta sección son pues, las notas a pie de página, instrucciones precarias al margen, para generar herramientas con las que prevalecer en un mundo como este con un aceptable control de daños.
Pequeños activos basados en la tecnología para combatir un mundo de sabor fuertemente tecnológico. Del mismo modo con el que para protegerse contra la inflación se han de tener conocimientos elementales de economía.
Gracias a la automatización poco a poco se generan frutos en torno a los dos pilares fundamentales. Por un lado, las acciones del día a día se convertirán en más livianas, lo que aporta un excedente temporal. Este margen extra se puede emplear en desarrollar aun más herramientas y así componer “tiempo libre” mediante autómatas. Por otro lado, la tecnología suele ser una manera de evitar el roce y la incomodidad con terceros en la era de la gig economy. No todo ni mucho menos es malo, sobre todo, depende del lado en el que te encuentres.
Por qué este no es un sitio de “Productividad Personal”
En mi búsqueda de una fórmula de dominio de la vida moderna, me he encontrado muchas veces con rudos “trucos” (por evitar usar términos terribles como hacks o tips) para mejorar la “Productividad Personal”. Muchos se basan en relegarse a la figura de un esclavo, embruteciéndose con tableros Kanban, planificaciones de tareas o Pomodoros o vistiendo de manera obligada como un Yogui de Silicon Valley.
Siendo cierto que son necesarios algunos corsés que también aparecerán en este módulo, mi foco no se centra en tiranizarse a uno mismo de una manera tan vulgar que reduce la gracia de la vida a una línea de OEM. Mi propuesta se basa en aligerar todo tipo de cargas mediante la tecnolgía (Que es lo que nos ha traído hasta aquí, solo que el ser humano solo puede avanzar hacia delante). No niego además que esta vía también tenga un coste temporal y un considerable sacrificio detrás, pero con algunos, el enfoque de la autoexplotación simplemente no es válido.
Problemas en Origen
Poniendo el foco en el uso de la técnica para resolver los innumerables problemas de gestión de la infromación y del tiempo al que nos enfrentamos, surge una quimera fundamental para cualquier individuo que haya tratado de emprender este camino: El software, las aplicaciones y programas en general están generados unos sobre otros mediante remiendos. Esto es, las herramientas de las que disponemos rara vez se comunican entre ellas de manera elocuente salvo que pertenezcan a la Suite de una misma compañía. Esto se debe precísamente a cómo el mundo de la Informática se ha desarrollado mediante sustratos y a que las soluciones están ligadas fuertemente a corporaciones, quizá un ejemplo muy clarificador sea MongoDB.
Independientemente del origen del asunto, sobre el cual me extenderé en otra entrada, el hecho descrito más arriba nos obliga como usuarios a llevar un férreo control de las herramientas, tanto a nivel ontológico como con actualizaciones manuales de los registros en varios silos simultáneamente para tratar de que no se descosa la unicidad e integridad de la información.
Pretendo pues, que esta sección sea una nota personal sobre cuál es el mejor enfoque para emplear las herramientas disponibles. No un manual de uso de cada una propiamente dicho, puesto que para eso ya existe abundantes departamentos de las propias casas lanzando la documentación oficial iterativamente. En la naciente era de la IA, lo único que le queda al ser humano es el estilo propio y la gracia.
Finalmente, también es util saber emplear ciertas aplicaciones que sirven de manera relativamente eficaz como vínculo entre los distintos elementos. Soluciones bastante populares por otro lado, ya que existiendo una necesidad tan acuciante se genera un interesante nicho de mercado.
El futuro
Tengo bastantes ideas para este apartado. Mi intención es ir mejorando el contenido para dotarlo de cada vez más información relevante, evitemos el “de valor”, es una expresión que alcanza únicamente la nada.
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